domingo, 1 de julio de 2018

Poder decir adiós es crecer.




Este sería mi primer post del año. Malisimo, porque ya pasamos casi la mitad. La realidad es que fueron meses atareados y la vorágine del día a día me deja poco tiempo para hacer cosas como escribir. Pero hoy realmente lo necesito.

Desde hace un tiempo siento la necesidad de cambiar de trabajo. 
Amo lo que hago: Trabajo en un jardín, me faltan pocas materias para recibirme de profesora de nivel inicial (más conocido socialmente como maestra jardinera, pero el titulo  real sería el anterior mencionado). Trabajar con niños es lo más lindo del mundo. Verlos crecer, aprender, interactuar, experimentar el mundo y brindarles herramientas para ello, es algo que me gratifica y que estoy contenta de poder hacer. Pero, obviamente, trabajar con niños requiere de una GRAN responsabilidad, de un equipo directivo que acompañe, que cree un ambiente agradable y seguro, y de compañeras que tiren para el mismo lado, cada una con su personalidad, por supuesto. Esto es lo que siento que falta en mi lugar de trabajo. 
Hace ya dos años y medio que estoy en este lugar. Aprendí muchísimo, viví muchas situaciones enriquecedoras, algunas hermosas y otras no tanto, pero estoy feliz de haber pasado por esta experiencia. Pero siento que ahora necesito otra cosa. No es justo sentirme tan desbordada mientras trabajo, en un ambiente malo, sin nadie en quien apoyarse. No es justo sentirme como un objeto, al que mueven de acá para allá sin importarles nada. No es justo salir del trabajo con un nudo en la garganta y al rato largarme a llorar. No soy una persona de lágrima fácil: Cuando lloro, es porque hay algo en mi vida que REALMENTE me está haciendo mal. Por qué seguir sufriendo? 
Ah, cierto: Estamos pasando por un momento de mierda en el país (espero que quien esté leyendo esto no haya votado a Macri) y el ámbito económico es el más afectado. Todo está muy mal. Con tanta gente quedándose sin trabajo, yo que lo tengo, cómo voy a renunciar?, pensaba hasta hace no mucho tiempo. Pero si, creo que, a pesar de todo, llegó el momento. Aún nadie de mi trabajo lo sabe. Quizás se sorprendan cuando se los cuente. Quizás no. Pero yo me iré tranquila: Di todo lo que podía dar y más. 
Esta no es una decisión fácil de tomar, para nada, especialmente porque me quedo sin trabajo y no tengo certezas de cuando podré conseguir otro. Esto me aterra y es lo que estuvo evitando por mucho tiempo que tomara la decisión de renunciar. Todo es incertidumbre. Pero se supone que uno tiene que aprender de sus "errores" y de las experiencias de la vida. Y si hay algo que aprendí estos últimos años, es que el bienestar emocional y mental está primero. Antes que el dinero, antes que todo. Salir angustiada del trabajo todos los días no es signo de bienestar, claramente. Y no lo vale. Realmente no lo vale. 
No se que me espera ahora, Siento que estoy saltando hacia un abismo en el que no se que me voy a encontrar. Pero como dice el gran Gustavo Cerati: Poder decir adiós es crecer. Y yo quiero crecer, avanzar, buscar nuevas experiencias, y un futuro mejor. Y pondré todo mi esfuerzo para que así sea. 

Después de todo... El que no arriesga, no gana






No hay comentarios:

Publicar un comentario