sábado, 8 de agosto de 2015

Dolor.



Dolor. Todos los días, desde hace meses, el mismo dolor. Fuerte, punzante.
No se cansa, no se rinde, no termina.
Todos los días es una nueva batalla para no pensar, para no sentir, para seguir la vida normalmente. Pero cuesta. 
El dolor te transforma en otra persona. Te vuelve intolerante, malhumorado, egoísta. Te vuelve la peor compañía para cualquiera. Te aísla.
Entonces el dolor se hace más grande y más fuerte aun, porque te das cuenta de que estas cada vez más solo. Encerrado en vos mismo. Encerrado en tu dolor.
Pero, no todos los días son así. Hay días en los que, cual Ave Fenix, me propongo renacer desde mis propias cenizas. Y avanzar y seguir, pese al dolor. Pelearla. Y al final, quizás el dolor no se va del todo... Pero se siente menos, porque es más grande el sentimiento de haber desafiado a ese dolor, que el dolor mismo. 
Ojalá existiese alguien que pudiera curar este dolor.. O que al menos lo hiciera mas leve. 
Pero tal vez no haya nadie. Tal vez tenga que ser yo misma mi propia medicina. Porque.. siempre va a haber algún dolor. Ya sea físico, emocional, psíquico... Yo pasé por todos ya. 
Pero también, aprendí algo: Peor que sentir dolor, es no sentir nada en absoluto.





No hay comentarios:

Publicar un comentario